"Una cabeza de rape", versión 1
Recurro a la carta, Tomás, después de varios infructuosos intentos telefónicos. Varias veces te llamé, sin éxito, a la oficina. Al cabo de no sé cuántas llamadas, al fin contestó una voz sibilante de señorita, con un tono de recepcionista de hotel, que me dio la extraña impresión de que no te conocía, y que no supo decirme cuándo pasarías por el despacho. No me explicó más. Esto fue el miércoles pasado, y hasta el domingo, en horas muy distintas, estuve llamándote a tu casa, sin que nadie se dignara alzar el auricular. Ayer lunes te llamé de nuevo al despacho, y la misma voz desinteresada, con un timbre metálico, o más bien robótico, no me aclaró nada sobre tu paradero. No sé qué pensar, no es propio de ti. Lo más probable es que estés de viaje, pero me sorprende esa absoluta incapacidad (¿o será estupidez?) de la señorita del teléfono.